Según el nuevo informe de UNICEF presentado hoy, España es el segundo país de la Unión Europea con la tasa más alta de niños en riesgo de pobreza o exclusión social. El 34,6% de los niños, niñas y adolescentes —2,7 millones— viven en esta situación, solo por detrás de Bulgaria. En Cataluña, los datos publicados al informe de la Plataforma de Infancia (PINCat) ya apuntaban que la pobreza infantil afecta el 34,7%, es decir, 467.700 niños.
Un segmento especialmente preocupante es la privación material severa, que afecta el 11,4% de estos menores. Además, el informe alerta que la presión de la vivienda y el aumento de los costes básicos, como la crianza, tienen un fuerte impacto: un 23% de las familias con niños no puede hacer frente al coste estimado de la crianza.
La mirada de Marianao: una emergencia social en nuestra comunidad
Desde la Fundación Marianao hace tiempo que denunciamos esta situación como una emergencia social insostenible. En nuestro artículo sobre la pobreza infantil, ya señalamos que muchas de las familias con las cuales trabajamos viven en una vulnerabilidad estructural, con dificultades constantes para acceder a recursos básicos, ocio educativo o apoyo social.
Cuando escribimos este artículo, en marzo, hablábamos de más de 412.000 niños viviendo en situación de pobreza en Cataluña. Hoy ya sube a 467.700 niños, con los últimos datos publicados. Un incremento que confirma que la emergencia social no solo no se para, sino que se agravia, y que exige respuestas urgentes y coordinadas tanto a nivel institucional como comunitario.

La vulnerabilidad no es una elección
En la Fundación Marianao lo vemos cada día. Muchas de las familias que participan en nuestros proyectos combinan trabajos precarios, altos gastos fijos y escasa red de apoyo, el que agravia el riesgo de transmisión intergeneracional de la pobreza.
La vulnerabilidad no es una elección. Tal como explica Míriam Rodríguez, jefa de Infancia y Familias, “trabajamos con niños que crecen en condiciones que no han escogido y que, demasiado a menudo, perpetúan la pobreza de una generación a la otra”. Por eso nuestro trabajo se centra, sobre todo, en abrir posibilidades.
Nuestros servicios de infancia generan entornos ricos en experiencias educativas, sociales y de ocio que actúan como antídoto contra esta reproducción del ciclo. “Cuando una criatura encuentra un espacio seguro y estimulante, donde se siente acompañada y reconocida, sus posibilidades se ensanchan de manera exponencial”, explica Rodríguez. Este cambio, que puede parecer pequeño, a menudo marca uno antes y uno después.

Aportar referentes positivos y oportunidades vivenciales incrementa las opciones de revertir la vulnerabilidad cuando lleguen a la edad adulta
Mònica Petit, coordinadora de proyectos de atención a la infancia y adolescencia, detalla que cada vez es más habitual encontrarnos con “alquileres imposibles de asumir, familias que viven en habitaciones sin derecho a cocina, procesos de desahucio, o incluso niños viviendo en locales o pisos ocupados”.
Estas situaciones generan inseguridad y un entorno poco propicio para el desarrollo socioemocional de las criaturas. Es por eso que, desde el Casal infantil y juvenil y el resto de espacios educativos, “tenemos que estar siempre atentas a estos cambios, para adaptarnos y ofrecer un acompañamiento significativo a niños, adolescentes y familias”.
El objetivo, por lo tanto, es revertir esta dinámica con programas como casales, apoyo escolar, proyectos de ocio y acompañamiento social, que no solo apuntan a cubrir necesidades inmediatas, sino también a empoderar las familias para que puedan construir oportunidades a largo plazo: “Aportar referentes positivos y oportunidades vivenciales no solo mejora su presente, sino que incrementa las opciones de revertir la vulnerabilidad cuando lleguen a la edad adulta”.
¿Qué se necesita? Un reto que es de todos
La pobreza infantil tiene consecuencias profundas y duraderas: menor rendimiento académico, más riesgo de abandono, salarios más bajos en la edad adulta, más problemas de salud y más dificultados para acceder a una vivienda digna. Para revertirla, hay que visibilizar la realidad y asumirla como un reto compartido. Se necesitan políticas valientes y sostenidas, como la Prestación Universal por Crianza, una mejora de la IMV, políticas laborales que garanticen estabilidad y un compromiso firme con el derecho a la vivienda.
Desde Marianao seguiremos construyendo comunidad y redes de apoyo, porque la pobreza no es solo carencia de recursos: es también soledad y ausencia de vínculos. Y es aquí, en esta dimensión comunitaria, donde podemos transformar realidades. Los espacios comunitarios de Marianao son esenciales para evitar que niños y adolescentes queden atrapados en la misma vulnerabilidad con que empezaron.
La pobreza infantil es un reto que nos involucra a todas y todos. A Marianao seguiremos trabajando para abrir caminos, construir vínculos y garantizar que ningún niño no crezca en la penumbra de la desigualdad.


