Un tiempo que pide respuestas colectivas

Vivimos un momento en que los retos sociales son demasiado grandes e interconectados para ser abordados desde la lógica del “cada cual a la suya”. Las desigualdades, la soledad no deseada, la pobreza cronificada o la fragilidad de los vínculos comunitarios no tienen fronteras administrativas ni se resuelven desde un único servicio, disciplina o presupuesto. Son retos que interpelan la sociedad entera, y que solo encuentran respondida cuando diferentes actores —instituciones, entidades, familias, empresas, escuelas, redes vecinales— actúan de manera coordinada.

En Marianao, hace cuarenta años que lo constatamos cada día: la transformación social no es una acción individual, sino una obra colectiva. Por eso, las alianzas no son un instrumento secundario de nuestro modelo, sino una condición de posibilidad.

Alianzas que generan más oportunidades que las que tendríamos trabajando solos

En nuestra experiencia, una alianza no es solo un convenio, ni una forma de sumar recursos puntuales: es una manera de ampliar el que somos capaces de ofrecer como comunidad. Hay que nos aportan apoyo económico y hacen posible que proyectos sociales puedan existir y sostenerse en el tiempo. Hay que nos permiten ofrecer experiencias culturales, deportivas o educativas que no podríamos asumir con recursos propios. Hay que nos comparten conocimiento, metodología o mirada, y nos ayudan a hacer mejor el que ya basura. Y hay otros que se construyen desde la corresponsabilidad y la visión compartida.

Una alianza es relevante cuando amplía oportunidades reales para las personas que acompañamos


Cuando hablamos de alianzas, no hablamos de intangibles. Hablamos de cosas tan concretas como las que pasan cada semana en Marianao: niños y jóvenes que hacen natación, que cantan en un corazón vinculado al Palau de la Música, que se hacen revisiones visuales que detectan dificultades que podrían afectar el aprendizaje, que hacen actividades de aventura que refuerzan la autoestima y la confianza, o que acceden a experiencias educativas que abren horizontes. Son acciones que demuestran una idea simple pero poderosa: cuando la comunidad coopera, las oportunidades se igualan.

No todas las alianzas son iguales, y no hace falta que lo sean. El que las hace valiosas no es su forma, sino su sentido. Una alianza es relevante cuando amplía oportunidades reales para las personas que acompañamos, cuando enriquece el territorio, cuando hace posible que la comunidad acceda a derechos, espacios, experiencias o caminos a los cuales no llegaría suela. Por eso no hablamos de alianzas “grandes” o “pequeñas”, sino de alianzas que suman valor allá donde nosotros no llegaríamos.

Cultivarlas, pero, no es un acto automático: es una práctica que requiere tiempo, escucha, honestidad y confianza. Requiere abrir la puerta, explicar con transparencia, reconocer límites y poner valor en la relación, no solo en los resultados. Dedicamos horas a acoger visitas, generar encuentros, compartir aprendizajes, explicar qué hacemos y escuchar qué hacen otros. No es un añadido: es parte de nuestro trabajo. Las alianzas no se mantienen por inercia, sino por cura. Y esta cura también es impacto social.

No nos hacen “más grandes” como organización, sino que hacen más grande la vida de la comunidad


Una transformación que no es individual, sino compartida

Si hoy Marianao puede ofrecer a niños, jóvenes, adultos y personas grandes actividades, itinerarios, espacios de participación, oportunidades educativas y experiencias que van mucho más allá de nuestros recursos internos, es porque muchas personas, entidades, instituciones y organizaciones están vinculadas. El que basura tiene valor, pero el que basura juntas tiene un valor todavía más grande.

Por eso decimos que las alianzas no nos hacen “más grandes” como organización, sino que hacen más grande la vida de la comunidad: crean oportunidades que no podríamos generar solos, dan acceso a experiencias que amplían miradas y permiten que niños, jóvenes, familias y personas grandes vivan cosas que, de otra manera, quedarían fuera de su alcance. Y esta es la razón profunda por la cual seguiremos tejiendo complicidades: porque compartir oportunidades es, en esencia, transformar comunidades.