Cuando el verano llega, las escuelas cierran y muchas familias planifican vacaciones, actividades o tiempos de descanso. Pero para miles de niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad, el verano puede convertirse en un desierto de oportunidades. Sin espacios de ocio, sin relaciones enriquecedoras, sin estímulos positivos. Y esto no es una anécdota: es una desigualdad estructural.
En Cataluña, 4 de cada 10 niños se quedan sin ninguna actividad de verano. En un contexto de pobreza infantil *cronificada, esta exclusión no solo perpetúa la desigualdad, sino que rompe vínculos educativos, sociales y emocionales esenciales. En Marianao lo vemos cada año, y por eso basura del ocio educativo una prioridad. Porque en verano también nos jugamos el derecho a crecer en igualdad.
El ocio no es un lujo, es una herramienta educativa y de justicia social
Tendemos a entender el ocio como una opción accesoria, una actividad «extra». Pero para muchos niños, especialmente aquellos que viven situaciones complejas, el ocio es un espacio educativo de primer orden. Es allá donde se pueden expresar, crear, relacionarse y descubrir nuevas capacidades. Es una fuente de bienestar emocional, de autonomía y de construcción de identidad.
Por eso, desde nuestro modelo de atención integral, el ocio forma parte inseparable del proyecto educativo. No es un complemento, sino un pilar. Y en verano, cuando se rompen las rutinas escolares, este pilar es todavía más necesario para garantizar continuidad, referentes, sentido y protección.
También queremos poner en valor el perfil profesional de nuestro equipo educativo, que cuenta con la formación y la sensibilidad necesarias para ofrecer un acompañamiento integral, personalizado y de calidad a cada niño, respetando el ritmo, las necesidades y las potencialidades.
El verano como grieta o como oportunidad
En verano, las desigualdades se ensanchan. Quién puede acceder a actividades de calidad continúa aprendiendo, socializando y disfrutando de entornos seguros. Quien no puede, se desconecta. Y no solo del sistema educativo, sino de todo aquello que refuerza el bienestar: una alimentación saludable, el acceso a la natura, la seguridad emocional, el juego compartido, la creatividad.
Por eso reivindicamos el verano como un tiempo educativo con valor propio. Y como sociedad, tenemos que decidir si lo queremos dejar en manos de la desigualdad o lo convertimos en una herramienta de transformación. Nosotros lo tenemos claro: el ocio educativo tiene que ser un derecho universal, no un privilegio.
¿Qué hacemos en Marianao?
Este verano en Marianao acompañaremos cerca de 200 niños y adolescentes entre 3 y 18 años en casales y colonias. Lo haremos en el barrio, y también a la natura. Y no será solo para jugar —que también— sino para garantizar continuidad en los vínculos, espacios seguros, oportunidades de aprendizaje y momentos de felicidad compartida.
Nuestro modelo combina acompañamiento emocional, actividades lúdicas con intención pedagógica y una mirada comunitaria que pose en valor el entorno y las personas que conviven. Y lo hacemos posible gracias al trabajo de un equipo educativo implicado, a la fuerza del voluntariado y a las alianzas con administraciones y entidades del territorio. Pero hace falta mucho más.
Reivindicamos la importancia de crear espacios realmente inclusivos, donde todos los niños tengan cabida, independientemente de sus necesidades, situaciones personales o condiciones específicas. Para hacerlo posible, es imprescindible disponer de los apoyos y recursos necesarios que garanticen esta inclusión de manera efectiva.
Un posicionamiento colectivo: en verano nos jugamos mucho
Este año nos hemos sumado al manifiesto “En verano nos jugamos muy” impulsado por PINCat y Alianza Educación 360. No solo porque compartimos el diagnóstico, sino porque creemos en la fuerza de la acción conjunta. El manifiesto reclama garantizar como mínimo dos semanas de actividades educativas para todos los niños de Cataluña, especialmente por aquellos en situación de pobreza o exclusión social.
También pide una estrategia estable de financiación para los programas de verano, un sistema de becas inclusivo y políticas que reconozcan el valor educativo y social del ocio. No se trata solo de sostener actividades puntuales, sino de hacer una apuesta estructural por un modelo de verano educativo, saludable, inclusivo y comunitario.
Por eso, desde Marianao nos hemos comprometido, y seguiremos trabajando colectivamente para garantizar que ningún niño o adolescente se quede atrás, también en verano. Porque en verano nos jugamos mucho. Y la fuerza para hacerlo posible es —y será siempre— colectiva.