La soledad no deseada es uno de los grandes retos sociales de nuestro tiempo. No se trata solo de estar sin compañía, sino de sentir que no tenso con quién contar ni un lugar donde ser reconocido. Es una experiencia dolorosa que debilita la salud, la autoestima y el bienestar, y que a menudo queda escondida detrás silencios.
Tradicionalmente se ha asociado a la vejez, pero los datos muestran que va mucho más allá: es transversal y puede aparecer en cualquier etapa de la vida. En Cataluña, casi 3 de cada 10 jóvenes de 18 a 34 años reconocen vivirla, y también afecta niños y personas adultas.
Las cifras son claras. Según lo Estudio El coste de la soledad no deseada en España 2023 del Observatorio Estatal de la Soledad No Deseada (SoledadES):
- 1 de cada 4 niños de 10 a 12 años vive con soledad.
- El 50% de las personas mayores de 80 años tiene sensación de soledad.
- En España, el 13% de la población la sufre de manera habitual.
- Incluso en el ámbito laboral, un 10% de las personas trabajadoras declaran sentirse suelas.
Estos datos confirman que no estamos ante una realidad marginal, sino de una auténtica emergencia social invisible que afecta millones de personas y que atraviesa generaciones y contextos.
La investigación científica evidencia que la soledad no deseada tiene consecuencias comparables a otros factores de riesgo para la salud, como el sedentarismo o el tabaquismo. Está vinculada más problemas de salud mental, ansiedad y depresión, y también a un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares. No es solo una cuestión emocional: es también una amenaza para la salud pública.

Cuando ofrecemos oportunidades para relacionarnos y compartir, la soledad pierde fuerza y aparecen nuevas posibilidades de futuro
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La soledad como cuestión social, no individual
Hablar de soledad no es hablar solo de una sensación íntima, sino también de un fenómeno que tiene raíces sociales y comunitarias. Cuando una persona se siente sola, también se le resiente la salud, la autoestima y la participación en la vida colectiva. Pero la comunidad también pierde: el aislamiento y la desconexión empobrecen la vida colectiva y debilitan los vínculos que nos sostienen.
Por eso, no podemos ver la soledad únicamente como un problema individual que cada persona tiene que resolver por su cuenta. Hace falta una mirada colectiva y comunitaria, que reconozca que todas y todos tenemos un papel en la hora de romper el aislamiento y de generar espacios de encuentro.
La respuesta desde Marianao: vínculos que transforman
En Marianao sabemos que los vínculos son el mejor antídoto contra la soledad. Hace cuarenta años que trabajamos para construir una comunidad donde cada persona encuentre un lugar, se sienta reconocida y forme parte de un “nosotros”.
Lo hacemos a través de proyectos y espacios comunitarios que:
- Generan pertenencia: niños, jóvenes, familias y personas grandes encuentran un entorno seguro y acogedor donde saben que son bienvenidos.
- Promueven la diversidad: en nuestros espacios conviven personas de diferentes edades, orígenes y realidades, cosa que hace que se rompan barreras y estigmas.
- Construyen relaciones de confianza: la atención integral y personalizada permite acompañar personas en momentos de fragilidad y reforzar su autoestima.
- Fomentan la participación y la autogestión: todo el mundo tiene un papel activo, desde organizar actividades hasta implicarse en procesos de decisión y en la construcción colectiva del día a día.
Este modelo nos demuestra que, cuando ofrecemos oportunidades para relacionarnos y compartir, la soledad pierde fuerza y aparecen nuevas posibilidades de futuro.

Estamos trabajando en El Sarau, un proyecto que pondremos en marcha el 2026 y que quiere combatir la soledad y el aislamiento social a través de la ciudadanía activa, la participación y la autogestión
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Comunidad como prevención
La mejor manera de prevenir la soledad no deseada es reforzar el sentimiento de comunidad. Cuando sabemos que hay un lugar donde podemos ir, personas que nos conocen por el nombre y que se preocupan por nosotros, disminuye la sensación de aislamiento y aumenta la seguridad emocional. Es por eso que apostamos para seguir construyendo espacios abiertos, acogedores y vivos, donde todo el mundo tiene cabida y puede sentirse parte del conjunto. Espacios que permiten que las relaciones florezcan y que cada persona pueda sentir que forma parte de un proyecto compartido.
En esta línea, desde hace unos meses estamos trabajando en El Sarau, un proyecto que pondremos en marcha el 2026 y que quiere combatir la soledad y el aislamiento social a través de la ciudadanía activa, la participación y la autogestión. El Sarao será un espacio vivo e innovador, pensado sobre todo para personas adultas y grandes pero con vocación intergeneracional, donde la comunidad pueda encontrarse, organizarse y generar vínculos significativos. Con este proyecto queremos reforzar la idea que la soledad no se combate solo con acompañamiento, sino sobre todo con vínculos, cultura compartida y protagonismo ciudadano.
Un llamamiento a romper la soledad
Este mes de octubre nos sumamos a la campaña #TrencaLaSoledat impulsada por San Juan de Dios, convencidos que solo sumando esfuerzos podremos hacer frente a este reto. La soledad no deseada no es inevitable. Todas y todos podemos ser parte de la solución, abriendo espacios de acogida y vínculos de confianza.
¿Te apuntas? ¡En Marianao te estamos esperando!